Revista ARQ # 33, mayo 2015
El legado más tangible que la revolución gastronómica nos ha dejado es, sin duda, una revaloración de ‘lo peruano’. El orgullo se ha impregnado cuando nos toca definirnos. Gonzalo García Callegari, artista visual, lo sabe y por ello ha racionalizado este repentino amor por el Perú en los últimos años de su trabajo. Hoy regresa con la serie “Peruanismos vol. 2”, en donde su lenguaje pictórico cobra otra dimensión, sus trazos y colores son menos contenidos y la conjugación de elementos explotan en su anhelo por descifrar este país que muchas veces se nos torna anchísimo pero que él insiste en volver menos ajeno.
En la pared lateral del estudio de Gonzalo hay colgado un viejo mapa escolar de América del Sur, de esos que hace un par de décadas acompañaban de rigor a las pizarras verdes de tiza. Data de 1945 y está signado por el Instituto Geográfico Militar. Lo vetusto del objeto bastaría para llamar nuestra atención pero al expandir la mirada nos damos con la frase “¡A luchar por la justicia!” y con que el territorio de cada país vecino ha sido rellenado con la silueta de pequeños mapas del Perú, todos de colores –igual que la frase-, y en diferentes posiciones. Parece que el pintor trata de decirnos que el Perú todo puede cubrirlo. ¿O trata de recordarnos el inmenso espacio que abarcábamos? ¿Hay en este trabajo halos de positivismo, de nostalgia, de pasado irrecuperable? No podemos descifrarlo con certeza. Él tampoco. Un Capitán América con su escudo de hierro pintado de rojo y blanco y una Mujer Maravilla que lleva escarapelas en la punta de su legendario sostén, circundan el total de su composición.
Adivina quién
“Siempre tengo una reflexión inicial clara con la que empezar a construir”, nos dice Gonzalo. Esta serie, que le ha llevado más de un año de trabajo, refleja una necesidad vital del artista por releer su entorno. “He encontrado todo este material delante de mí y no podía dejarlo pasar. Cuando elaboré “Peruanismos” sabía que vendría una segunda parte tanto como sé ahora que habrá una tercera. No pretendo ser el nuevo abanderado de lo peruano en el arte. Admiro, por ejemplo, los personajes de Cherman y su estética. Lo mío es una propuesta más. Pero me parece importante hablar del país desde el arte, que cada artista encuentre una imagen y la desarrolle, donde enfoque sus deseos, sus miedos pero que construya. Yo me pregunto qué hago para que el país no se quede, que la economía no sea lo único que se desarrolle y desde ahí surge todo mi trabajo”.
Nuestros héroes nacionales (todos ellos perdedores) desfilan transformados sobre su lienzo: Bolívar como Batman, Sucre como Linterna Verde o Túpac Amaru como Superman. Y Gonzalo nos pregunta, “¿a quién crees que un niño, ni siquiera un niño, que cualquiera reconozca primero?”. La respuesta es ya una verdad de perogrullo. ¿Necesita nuestra historia superhéroes?, ¿dónde se cimienta la verdadera conquista?, ¿hablamos, entonces, de una conquista contemporánea? Dos temas aparentemente inconexos que recobran sentido recurrente en su obra: el consumo masivo y la identidad, ¿Coca-Cola o Inca Kola? Así, el aporte más significativo del trabajo de García Callegari son las preguntas silenciosas con las que interpela al espectador aunque el colorido y el trazo amable nos inviten primero a sonreír, a soltar una carcajada seca que luego se verá desdibujada en una mueca confusa. Revelar parece ser su consigna.
Amor/odio
No se trata de rechazar los símbolos patrios sino de, como él mismo dice, encontrarles un nuevo sentido que los aparten de las formas arcaicas de enseñanzas con las que crecimos. “No proponer lo mismo –aclara- por eso necesito hablar del presente sin rechazar este pasado que todos cargamos y que forma parte de nosotros, siempre desde el ahora, desde ese amor/odio que el Perú significa para mí.”
Sobre mapas de provincias en la sierra que él ni conocía (lo que comenta entre la vergüenza y el descubrimiento), encontramos a la Paisana Jacinta al lado de la frase “trabajando como negro para vivir como blanco”, a Susy Díaz y su célebre “vive la vida y no dejes que la vida te viva”, a Magaly Medina riendo ante “business son business”, todas frases que uno dice coloquialmente pero que para Gonzalo cargan con un sentido muy profundo. “Buscaba graficar ciertos momentos de nuestra realidad desde estas frases venidas tanto de la literatura como del hablar popular o de la farándula y confrontarlas con un personaje”, explica.
Esta “magalización” de la cultura como a él le gusta definirlo, solo trae consigo la banalización de lo popular, olvidando (no el artista sino el espectador) el arraigo histórico e identitario que lo popular carga consigo desde tiempos pretéritos. “Como que ahora es cool lo popular y se vuelve a mainstream. Ojo, no es un statement de lo que yo pienso, de hecho muchos de estos personajes que utilizo me parecen detestables. Quiero confrontar a quien ve mi trabajo, que se dé cuenta que la cultura está desapareciendo. Me interesa la ironía. No para decir cosas importantes tienes que ser denso”.
Politiquería
La política es una característica intrínseca en ambos volúmenes de “Peruanismos”. Por ejemplo, Gonzalo desmanteló el escudo nacional para presentar una versión propia, más acorde con los tiempos modernos: “un cuy me parece más reconocible que la vicuña. No que la vicuña me parezca menos pero los tiempos van cambiando. Un ekeko me parece más representativo que la cornucopia que es una representación foránea, europea. Nadie sabe qué es el árbol de la quina. He llegado a escuchar que dicen árbol de la quinua. En cambio a la hoja de la coca todos la identifican y, nos guste o no, mantiene la economía del país”.
Más directo aún es la intervención que hizo sobre el conocido afiche de “In the mood for love”, filme del hongkonés Wong Kar-Wai. Aquí se ve a un presidente (no es necesario decir nombres, ¿no?) abatido y “pisado”, recostado sobre el regazo de su mujer, siendo ella quien viste la banda presidencial. O aquel cuadro donde se ve a un grupo de ministros sobre los que recala la frase “ama quella, ama sua, ama llulla”, lineamiento moral que para Gonzalo nuestros políticos deshacen diariamente. “¿A quiénes representan? ¿De qué estamos hablando cuando hablamos de política de este país? ¡Son una vergüenza!”, y a pesar que su indignación rebasa su atril, García Callegari sabe que el arte es la forma más genuina y plural de hacer política.
Tu trabajo tiene muchas aristas que nos definen per que ni aún así llega a retratarnos completamente ¿qué opinas, entonces, de la Marca Perú?
La intención fue buena en un primer momento. Cuando se presentó, gráficamente no me gustó lo hecho para nada. Creo que se debió presentar uno o dos diseños más y llevarlos a debate nacional para elegir qué nos iba a representar. Y eso de escoger a embajadores ya sobrepasó. Hay demasiados y terminan siendo embajadores de sus propias marcas no del país y se desdibuja esa tarea. Además muchos de los escogidos no tienen ninguna trascendencia ni una propuesta que sí sea una obra representativa de lo que somos.
En este presente tuyo, ¿qué símbolo escogerías como imagen?
Un ekeko pues carga con todo, con el pasado. Es como un pequeño dios al que le rezan pero que tiene mucha tradición. Tiene lo bueno, lo malo, lo feo pero tiene color, condensa nuestra idiosincrasia. Es dadivoso con el extranjero, ofrece su comida pero es también egoísta e incluso carga con un porvenir, y te invita a poner en él tus deseos.
¿Supongo no eres ajeno a la irritación generada por el borrado de murales?
Lo de los murales me parece vergonzoso, tiene que haber un respeto al artista. A pesar que algunos no me gustaban o que creo que técnicamente aún les faltaba trabajar, este tipo no puede venir a atropellar una acción que se hizo hace un par de años y hacerlo sin un por qué coherente. Castañeda es el típico político peruano con el que jamás estaré de acuerdo.
¿Pensaste retirarte de ArtLima cuando se supo del convenio con el municipio?
Mi primera reacción fue: “pero qué poco sentido común y qué poco sentido de solidaridad con los artistas”. Y sí, estuve evaluando mi salida de la feria. Afortunadamente ArtLima ha deslindado completamente de Castañeda y ha retirado el auspicio de la MML. Ha sido una equivocación enorme de los organizadores, pero errar es humano y han sabido corregir a tiempo (espero). Yo lo único que quiero es poder mostrar mi trabajo en un espacio en donde dialogan propuestas nacionales e internacionales, en una vitrina por donde pasan miles de personas. Y finalmente en donde pueda vender mi trabajo. No tengo vergüenza de decirlo, uno necesita vivir y ser reconocido. Pero eso tampoco me hace un “vendido”.
Encuentra su trabajo en:
ArtLima
Del 23 al 26 de abril de 2015
Galería Forum
Del 17 de junio al 4 de julio de 2015