obras
CANCIÓN ANIMAL
2018
“El nuevo y único mandamiento decía: Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.” (George Orwell)
El día a día de un artista visual es un poco extraño si lo comparamos con el día a día de otras profesiones u ocupaciones. Por lo general se trabaja en silencio y en solitario, aislado de los demás, con los cinco sentidos puestos en la elaboración intelectual y en la labor física y técnica que demanda la creación artísica. El quehacer diario de un literato es bastante similar. Y es precisamente un libro el que inspiró esta serie de obras.
Aunque fue publicado en el año 1949 (el que escribe esto nació en 1971), el libro “Rebelión en la Granja” de George Orwell tuvo un fuerte impacto en mí la primera vez que posé mis ojos en el texto, hace unos diez años. En la ficción, un grupo de animales se hace del poder en la granja donde viven, expulsando a los humanos abusivos y opresores e instaurando (de manera bien intencionada queremos creer) un régimen en base a algunos mandamientos para lograr una mejor convivencia y bienestar con el resto de los animales. Sin embargo, a medida que progresa el relato, vamos descubriendo que el nuevo régimen se vuelve tan opresor y tiránico como el anterior. Progresivamente, el animal se va volviendo humano, empieza una transformación física, comienza a caminar en dos patas, y hacia el final ya no se puede distinguir uno de otro.
Los animales, o mejor dicho, la representación de ellos, empezaron a aparecer en mi pintura desde el comienzo, desde mis primeros tanteos, siempre acompañando o en relación directa con la figura humana. Al principio de una manera muy tímida y apenas sugerida para luego cobrar protagonismo de una manera más evidente. A medida que esto sucedía iba construyendo en mi cabeza una realidad paralela en donde los animales se empoderan y son todo menos lo que esperamos de ellos. Mientras en la vida real a veces les asignamos un valor de meros acompañantes, de material para nuestro consumo o de simples objetos animados decorativos, aquí los animales son los verdaderos y únicos protagonistas de sus destinos, y más bien los seres humanos son los que los acompañan y están subordinados a ellos. Los animales se revelan y se rebelan, se humanizan, se plantan firmes frente a los humanos, los miran a la cara y no bajan la mirada.
Realidad y fantasía se entrecruzan en un vaivén constante. Los animales se visten y se comportan como seres humanos. Actúan como ellos. Ahora los humanos son los subordinados y los animales son los que los someten a su autoridad. Los humanos los contienen, los contemplan, hasta pueden interactuar con ellos, pero ya no les pertenecen, ya no ejercen control sobre ellos. En el proceso encontramos momentos cargados de sorpresas por lo absurdo (o no) de las imágenes, algunos de mucha ironía y otros de mucha ternura. Por un momento pareciese que el libro de George Orwell se ha vuelto realidad, y que el ser humano queda cancelado por haber servido solamente a sus propios intereses.
Y aunque en el mundo real se está muy lejos de darle a los animales un lugar de respeto y de consideración, el pintor o el escritor seguirán imaginando otras realidades, construyendo otros mundos y haciendo que lo imposible se vuelva posible. Al menos por un momento.
Gonzalo García Callegari