obras
DIBUJO INFINITO
2021
Las hojas de papel escritas, tachadas y corregidas son apiladas sobre los escritorios. Los folios de dibujos son enrollados y guardados en el interior de clósets y cajones. Hay una tendencia a acumular papeles, a reunir palabras y trazos. Las líneas de los dibujos se despliegan muy marcadas y torpes cuando se llevan a cabo los primeros estudios de frutas, floreros, plantas, cabezas y manos. Luego, con la práctica constante, estas fluyen para organizar y dar estructura a las capas de pigmento sobre los lienzos. Hay modos de componer que destacan los contornos de estos dibujos, hay otras formas de pintar que los difuminan, pero en el fondo siempre hay una línea presente. Los trazos copian formas y las figuras se inspiran en otras hechas por alguien más. Los volúmenes se superponen a través de capas de color. El dibujo continúa hasta ser infinito, perdura al mantenerse abierto.
Las obras de Gonzalo que son parte de la serie Dibujo infinito dan cuenta de un trabajo persistente de creación, pero también de la continuación de trazos ajenos. La práctica constante del artista se despliega sobre un grupo de composiciones que son parte de diversos archivos encontrados. Muchas de estas corresponden a dibujos anatómicos —que evidencian ser parte de procesos de aprendizaje— ilustraciones botánicas, estampas japonesas y mapas. Las nuevas líneas que extiende Gonzalo agregan una capa de contenido a estos volúmenes del pasado, a partir de asociaciones libres de imágenes. Los personajes solitarios de los apuntes originales, las superficies cartográficas y las plantas, se encuentran rodeados por grupos de nuevos elementos que los enmarcan.
Los animales, plantas y figuras humanas en los dibujos de Gonzalo se organizan creando patrones. Estos seres no se afirman independientes, se establecen como grupos cohesionados. En medio de estas redes de cuerpos se presentan variaciones de posturas, gestos y color, nuevos estudios anatómicos que a través de la repetición contraponen contenidos y tiempos históricos. Son asociaciones construidas al azar que enfatizan el extrañamiento. Los personajes se muestran sutilmente conectados por ramas, cuerdas, líneas u hojas. Muchos de ellos parecen responder a una coreografía —como bailarinas girando o astronautas movilizados sin gravedad— o aparentan ser parte de una representación teatral. Tucanes tocando violines, automóviles saltando con extremidades humanas, hombres con cabeza de fuego y mujeres con piernas de tijera.
Un elemento común en varias de las representaciones es el intercambio de la cabeza de los sujetos por objetos diversos, que ocupan el lugar de los cráneos y que dan forma a un cuerpo nuevo. También se percibe una relación simbiótica entre la figura humana, muchas veces desnuda, y los grupos de animales, llegando en bandada o cardumen a habitar la imagen. Estos seres imposibles se hilvanan para continuar la extensión de la línea, estas alianzas también imposibles se suman al ritmo de la coreografía marcada por el artista. De esta manera, las imágenes creadas por Gonzalo afirman la posibilidad constante de intervención en nuevas narraciones, la capacidad de desencajar piezas en las composiciones para delinear tiempos inagotables, en medio del azar constante e inherente a las conductas humanas.
Giuliana Vidarte
Historiadora de arte y curadora